El engaño más grande de
Satanás.
Mucho se ha predicado contra los falsos profetas, contra
aquellos que usan la palabra de Dios para enriquecerse a costa de la fe y la
necesidad de los creyentes. La santa palabra de Dios también nos lo advierte,
que abría maestros conforme a sus propias concupiscencias, lobos vestidos de
ovejas, infiltrados que llevarían a las congregaciones a prácticas apostatas y
anatemas de la doctrina cristiana. (2a de Pedro 2:1-3). Hombres sin
sentimientos que devoran a las ovejas, que implantan e imponen sus creencias y
amoldan el evangelio a sus mundanos y demoníacos intereses. (Ezequiel 8).
Pero toda la atención
se ha puesto en las enseñanzas y las predicaciones desde los púlpitos y no se
ha tomado en cuenta que desde la música se ha iniciado un plan satánico desde
hace ya varias décadas para llevar a las multitudes hacia el descuido
espiritual y por ende a la muerte y condenación eterna, y los jóvenes son el principal
objetivo.
Se sabe que los
jóvenes son impulsivos, emocionales, inmaduros y que les gusta probar cosas nuevas,
experimentar cosas diferentes a las ya conocidas. Es así, que pensando en esto
las huestes satánicas pusieron en marcha su plan maestro. La música era el
medio perfecto para atrapar a la juventud cristiana, cautivar sus sentidos y llevarlos
lenta y sutilmente hacia una muerte espiritual segura, hacia a la apostasía y
de esa manera engañar a la Iglesia en general e infiltrarla con música
apostata, que propaga toda clase de enseñanzas y mensajes, menos sana doctrina.
Los profesionales de
la música saben que puede usarse como un medio de manipulación mental, que la
música puede ser incluso más poderosa que una droga y llevar a la mente humana
a un éxtasis sobrenatural solo escuchando música. Existen estudios científicos
que comprueban que la música puede ayudar en el tratamiento de ciertos
padecimientos, mediante la manipulación del subconsciente, de allí que existan
las musicoterapias. El enemigo lo sabe y es así que puso su plan maestro en
marcha.
Las huestes
espirituales comandadas por el diablo saben perfectamente que un cristiano que
no ora, que no ayuna, que no lee su Biblia, es fácilmente manipulable y
moldeable, de tal manera que, la música se convirtió en un medio eficaz para apartarlos de la oración, del ayuno, de la
lectura bíblica, incitar sus emociones, sus sentidos carnales y llevarlos a
multitudinarios conciertos “cristianos” donde sin ellos saberlo y llevados por
sus emociones, fornicarían espiritualmente con los demonios. Sí, así es, lo que
sucede en los conciertos y en estos eventos musicales, donde hay grandes
escenarios, luces multicolores, música a altos volúmenes, donde la guitarra
eléctrica, la batería y la música electrónica son los actores principales,
huestes espirituales descienden y aberrantes demonios emergen del infierno para
fornicar con todos los presentes, convirtiéndose aquello en una terrible y
abominable orgia espiritual. Ahora los estadios y las arenas repletos de almas
descuidadas, atrapadas en las carnalidades del infierno, “saltan y gritan de
júbilo” deseosos de ver a su artista favorito y “saltar para Cristo” al ritmo
de las “alabanzas” del momento.
Que decir de las Iglesias donde se entonan estas “alabanzas”,
escritas por hombres inicuos, amantes del dinero más que de Dios, adúlteros,
fornicarios y llenos de demonios y que ahora también las escriben softwares
informáticos. Pasa lo siguiente: una gran serpiente llena el escenario (lo que
antes fue un altar para Dios) envolviendo a los músicos y coristas, y una mujer
vestida de un elegante vestido y lleno el cuerpo de exuberantes adornos,
alhajas y collares toma posesión del escenario (Jezabel) y empieza el espectáculo. Lenta y progresivamente las
Iglesias van perdiendo el interés en la oración, se vuelve más difícil estar de
rodillas, se pierde interés en el ayuno, y ya no se practica la lectura bíblica
devocional y personal; ya no hay bautismos con espíritu santo y las sanidades
son mucho más escasas. Se limita el actuar del Espíritu Santo poniéndole límites
de tiempo acortando la bendición. La mente y el corazón se entenebrecen, ya no
se distingue entre lo santo y lo profano; la Iglesia ha caído en el descuido
espiritual.
Y así es, tal cual, el
diablo y sus demonios lo lograron, la juventud está ausente de las veladas de
oración, desconocen la palabra de Dios, no tienen intimidad con Dios, no
practican la oración y mucho menos el ayuno. Ya no se santifican, toman con
ligereza la doctrina, adoptan las modas de sus artistas favoritos, quieren
cantar, vestir y tocar como ellos; se han vuelto imitadores de los amigos del
mundo, la fornicación espiritual y carnal es lo de hoy. Hoy, la moda es ir a
los estadios, a las arenas y a todo lugar donde se presente el “salmista” o el
“grupo de alabanza” de su gusto, tomarse fotos y subirlas a sus redes sociales.
Vivir la vida cristiana de manera descuidada y liberal es lo de hoy. Ya no
importa como vistas, si te pintas o no el cabello, si usas ropa más ajustada, si
te maquillas, si usas zapatos más sensuales, eso es lo de menos, hay que estar
a la moda, al fin que lo que a Dios le interesa es el corazón.
Y qué decir de los
cantantes y las agrupaciones modernas del “ambiente musical cristiano” de
nuestros días, de la creciente y fructífera farándula cristiana de hoy. Todos
ellos viles imitadores del mundo, ciegos guías de ciegos, amadores de sí
mismos, supuestos seguidores del Cristo pero que no reflejan en ellos el más
mínimo temor de Dios. Muchos de ellos, fornicarios, adúlteros, drogadictos, alcohólicos,
vanidosos, amadores de sí mismos, idolatras, adoradores del diablo,
practicantes de ciencias ocultas, amadores del dinero y de la fama más que de
Dios, irreverentes que enseñan al pueblo
a sacrificar a los demonios. Hoy no se escriben cantos para agradar a Dios,
ni se producen discos para alcanzar almas, eso es lo de menos, lo que importa
es vender, ganar dinero, hacer fama, estar a la altura de las mejores
producciones musicales del mundo. Hoy se organizan premiaciones idénticas a las
mundanas, se participa de ellas, como los Gramys, los MTV Awards, etc. A esos
músicos se sigue y sus cantos son los que se entonan en las iglesias. Letras vacías,
sin ningún sentido espiritual, faltos de doctrina, que no conducen a ningún lado,
sino al infierno, que excitan la carne y los sentidos, solo espectáculo y nada
más.
Es tiempo ya de volver atrás, de volver a la sana doctrina,
de retomar las sendas antiguas, dejar las malas prácticas espirituales. No
demos ya más lugar al diablo, volvámonos a Dios. Él nos mandó que
transformáramos al mundo, que lo influyéramos, pero sucede todo lo contrario,
el mundo ha influido a la iglesia, la ha infiltrado y la Iglesia quiere
parecerse cada vez más al mundo, se olvidó de que hacer amistad con el mundo es
enemistarse con Dios.
La Iglesia no tiene una identidad propia musicalmente, ha
imitado y copiado durante mucho tiempo lo que el mundo produce, como si en Dios
ya no hubiera inspiración, como si la fuente se hubiera secado. El pensamiento
hoy es que se debe modernizar las iglesias, que ya quedaron atrás los coros y
los himnos que tanta bendición le dieron a la Iglesia, que eso es para los
viejos, que hay que cantar “canción nueva”, “renovar” la alabanza. Basura es lo
que consumimos, chatarra espiritual que solo engorda a las congregaciones y las
aleja de la salud espiritual.
Dios reprenda al diablo y tenga misericordia de la iglesia,
porque han profanado sus altares quemando incienso y perfume extraño, y tomando
a la ligera el servicio a Dios en un ministerio tan importante dentro de la
Iglesia.
¡¡¡Pueblo!!! Vuélvete a tu Dios, santifícate,
¡¡¡busca la senda antigua!!! Corre, corre por tu alma, ¡¡¡por tu vida!!!
Dejo un video que dara más luz sobre este tema.